Una de las estrategias claves del neomachismo para desmontar el feminismo es decir que su forma de luchar es demasiado agresiva y violenta. «Las feministas de verdad eran las de antes, su lucha tenía sentido, ahora sois unas radicales». Lo que estos señores no saben es que siempre se piensa lo mismo de las feministas.
Cuando a principios de siglo las sufragistas peleaban con uñas y dientes por el derecho al voto, cosa que ahora parece más que lógica, pero que era una utopía en ese momento, el discurso era el mismo: son unas radicales. Dentro de unas décadas se dirá de nosotras lo mismo que dicen ahora de ellas.
Y, ¿sabéis lo mejor? las feministas a las que ellos se refieren eran mucho más «radicales» que nosotras (y por supuesto con razón). Rompían escaparates a pedradas, cortaban las comunicaciones y hacían huelgas de hambre. Todo lo que tenemos se lo debemos a ellas.