El acoso callejero

Las mujeres desde que pasan la adolescencia comienzan a sufrir acoso callejero. El acoso callejero es el piropo de toda la vida. El origen de este comportamiento es la situación  de desigualdad ¿Cómo? ¿Por qué? Tradicionalmente las mujeres han ocupado la esfera privada (la casa) y los hombres la pública (todo lo demás), ellos podían salir a la calle solos en cualquier momento sin que se viera como algo negativo, ellas en cambio, eran tachadas de indecentes. La manifestación más directa es que se desenvuelven de forma diferente. A esto hay que sumarle que el cuerpo de las mujeres se ha tomado como un objeto decorativo disponible para los hombres.

Una vez explicado cómo surgen este tipo de situaciones vamos a lo práctico ¿por qué molesta? Principalmente porque no tienen derecho a decirnos su opinión sobre nuestro cuerpo. Somos libres de ir como queramos, ni el físico ni la ropa permiten el acoso. Molesta porque solo nos lo dicen cuando no vamos acompañadas por un hombre y eso significa que únicamente nos respetan si hay una figura masculina presente.

¿Y las consecuencias? En primer lugar, sentimos que hombres desconocidos tienen algún tipo de autoridad y derecho sobre nosotras. Enfrentarte diariamente a este tipo de situaciones va minando la autoestima. También provoca que pensemos que la calle no nos corresponde y tengamos miedo. No deberíamos tener que sentirnos así cuando pasamos junto a un grupo de hombres.

«Pero es sin mala intención». La intención es lo de menos. Además, la mayoría de las veces que una mujer se empodera y se gira para contestar hay un patrón de conducta:

1 Él lo niega

2 Empieza a contradecirse y reconoce que ha dicho algo pero que no era para ella

3 Insulta y dice frases del tipo «Yo qué te voy a decir a ti, fea»

4 Increpa físicamente y amenaza

Si detrás de estos actos no hubiera nada malo ¿por qué negarlo? ¿por qué atacar a la mujer? Una reacción acorde a una frase con buena intención sería algo como «perdona, ha sido sin mala intención, disculpa si te ha molestado», dicho de forma educada. Pero no, esto pasa más bien poquito.

En resumen, hombres: dejad a las mujeres en paz. Mujeres: no bajéis la cabeza ¡responded!

¡En la calle queremos sentirnos seguras, no valientes!

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